El segundo acto de las Jornadas arrancó con la ponencia del Dr. D. Antonio Ezquerro, investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y supuso una ocasión espléndida en la que todos los allí presentes pudimos instruirnos en la música y músicos en tiempos de Miguel Arnaudas desde amplios puntos de vista: contextualización histórico-musical, producción compositiva, maestros y discípulos de Miguel Arnaudas, etc.
Dña. Elena García, concejala de cultura del Excmo. Ayuntamiento de Alagón, dio la bienvenida a la audiencia e introdujo el acto destacando el inmenso currículum del Dr. Ezquerro y su prestigio en el campo musicológico. Asimismo, realizó un repaso de los actos celebrados desde la presentación en el Ayuntamiento de Alagón, animándonos a difundir las Jornadas para que el máximo público posible pueda ser partícipe de éstas.
Tras ella intervino el Director de las Jornadas leyendo el siguiente texto introductorio:
"Muy buenas tardes y muy bienvenidos a esta primera conferencia de las "I Jornadas Musicológicas Villa de Alagón" que tiene lugar hoy, sábado 5 de octubre de 2019, en el Auditorio de Alagón. Este segundo acto, al igual que la totalidad del proyecto, se celebra gracias al patrocinio del Excmo. Ayuntamiento de Alagón -patrocinador principal de las Jornadas-, la Comarca Ribera Alta del Ebro, la Fundación Caja Rural de Aragón, la Asociación Musical Villa de Alagón y la Asociación Cultural Alagonesa de Estudios Locales; amén de la colaboración de la Institución "Fernando el Católico" y del Cabildo Metropolitano de Zaragoza.
Hemos de confesarles que contar con la presencia del Dr. D. Antonio Ezquerro, investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en su departamento de Ciencias Históricas-Musicología de la "Institución Milà i Fontanals", y una de las grandes autoridades de la musicología española, es motivo de inconmensurable satisfacción. El Dr. Ezquerro, provisto de un gran currículum profesional, nació en Zaragoza en 1964. A todo lo nombrado debemos sumar su doctorado por la Universidad Autónoma de Barcelona en 1997 y la complementación de su formación académica en Munich y Frankfurt am Mein, su presidencia de RISM-España (Repertorio Internacional de Fuentes Musicales), su etapa en la jefatura del Departamento de Musicología del CSIC durante la primera década del siglo XXI, su dirección de la colección editorial "Monumentos de la Música Española" desde el año 2000 hasta 2014, y su también etapa de director de Anuario Musical, revista de musicología del CSIC y decana entre las publicaciones periódicas dedicadas a la materia musicológica en España, entre los años 2015-2018. Miembro de numerosas comisiones, y docente en múltiples centros universitarios, ha recibido importantes premios por su labor. De igual manera, participa en diferentes proyectos de investigación nacionales e internacionales. Cuenta con 24 tesis doctorales dirigidas, cientos de artículos de investigación de su autoría y cuantiosos libros publicados. Ha sido invitado en distintos centros de España, Portugal, Alemania, Austria, Bulgaria, Italia, EE.UU, Venezuela, México, Perú, Costa Rica y Brasil; y está especializado en archivística y catalogación de fuentes musicales, habiendo publicado, entre otras temáticas, sobre música barroca, el pianismo en España y la edición musical de los siglos XIX y XX".
A continuación, incidió en la catalogación que llevó a cabo D. Antonio con toda la producción compositiva de Miguel Arnaudas del Archivo de Música de las Catedrales de Zaragoza hace algún tiempo y, como es costumbre, agradeció el esmerado trabajo de D. Emilio Gracia y D. José Ignacio Iguarbe -autor de las fotografías que embellecen este artículo-.
El Dr. Ezquerro dio comienzo a su lección magistral agradeciendo su presencia e inclusión en el proyecto y destacando la cercanía que sentía por esta tierra debido a raíces familiares y las clases de solfeo que en sus años de juventud impartió a los miembros de la Banda de Magallón. A modo de exordio, mencionó la reflexión sobre la música que propicia la investigación musicológica, la especulación inherente a la misma y una característica principal de ésta: que es arte y ciencia a la vez. Prosiguió resaltando datos varios en relación al arte musical del pasado, explicando cuál era su importancia en tiempos de Boecio, qué transcendencia tuvo en los siglos XVI y XVII en un Imperio español en que "nunca se ponía el sol" y el papel fundamental de la música en la Iglesia desde el siglo XV hasta el Concilio Vaticano II, sonando de manera ininterrumpida. Seguidamente hizo alusión a la envergadura del Archivo de Música de las Catedrales de Zaragoza, uno de los Archivos musicales más relevantes de España -con 14.000 composiciones- que custodia gran parte de las miles de obras que emplearon las capillas de música de La Seo y El Pilar de Zaragoza, pues hubo dos capillas de música y un Cabildo unificado desde 1676.
Hemos de considerar que la música siempre ha existido, ya que representa la mayor manifestación del espíritu en todas las culturas. D. Antonio continuó proyectando una tabla de los grandes compositores europeos y remarcó la significación de la notación musical y la posterior registración de la música, una de las grandes aportaciones europeas a la Historia de la Música que coincidió, además, con la época de Arnaudas.
El periodo histórico en que vivió el Maestro Arnaudas resulta una época compleja que presentó cambios en el entramado social, aumentando la prosperidad paulatinamente. El ilustre alagonero tuvo como maestro al vallisoletano Hilario Prádanos, quien, a su vez, se formó con Hilarión Eslava. Durante la primera mitad del siglo XIX, en 1831, se creó el primer conservatorio español: el Real Conservatorio de Música y Declamación de María Cristina, el actual Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Hasta ese momento, a excepción del ámbito aristocrático u otros parejos, los únicos centros de estudio musical habían sido las iglesias. Zaragoza, durante ese periodo y diversos anteriores, constituyó un auténtico hervidero musical, un centro de música referencial donde el contacto con este arte tenía lugar en El Pilar y La Seo, sobre todo, siendo testimonial en un contexto civil. No obstante, en 1890 se creó el primer conservatorio en la ciudad.
El Concordato de 1851 trajo consigo que los músicos eclesiásticos tuviesen que estar ordenados, es decir, ser sacerdotes, por lo que cientos de músicos de todo el país fueron despedidos. Este hecho coincide con la repercusión que tuvieron los cafés (mediante el ofrecimiento de veladas musicales) y el éxito de los teatros y la zarzuela. La música en el siglo XIX experimentó un hipercrecimiento que, unido al éxito de la ópera, influyó en que las capillas musicales -catedralicias, mayoritariamente- contasen con plantillas musicales gigantescas, con 60-70 músicos, causando un progresivo gran escándalo que, con el tiempo, hizo que se volviese atrás, retornando a los orígenes. Un buen ejemplo resulta la readopción del órgano junto a dos o tres voces, con plantillas mucho más reducidas.
El periodo cecilianista -en que se enmarca, por ejemplo, el Ofertorio sinfónico que presentó a la oposición salmantina en 1891 Miguel Arnaudas- condujo a la vuelta a los orígenes anteriormente citada. En el Motu proprio que instauró el Papa Pío X, posteriormente, englobaremos la práctica totalidad del cúmulo compositivo de Miguel Arnaudas.
Éste, en torno a 1908, con el primer centenario de Los Sitios de Zaragoza, convivió con La Filarmónica zaragozana, además del auge de los orfeones, dos ejemplos de grupos de fomento de la música que promovieron la entrada del pueblo, siendo movimientos, por ende, de carácter popular. D. Antonio Lozano, maestro de capilla en la Catedral de Salamanca de manera previa a la obtención de la organistía por parte de Arnaudas, mentor por excelencia del alagonero, fue verdaderamente influyente a lo largo de su transcurso vital, también en Zaragoza, por supuesto. Otros colegas de la generación de Arnaudas fueron Ruiz de Velasco y Ballo. Asimismo, la creación de El Bretoniano fue determinante en la Zaragoza de aquellos años.
El Dr. Ezquerro continuó reseñando cómo influyó en Arnaudas la figura de Felipe Pedrell, padre de la musicología española y maestro de Albéniz, Falla, Granados y Gerhard, entre otros. Pedrell fue íntimo amigo suyo, mantuvieron correspondencia y compartieron sus publicaciones. Antonio Lozano, como hombre de la generación de Pedrell, y muy cercano a éste, también marcaría su devenir. Por tanto, podemos afirmar que la Colección de cantos populares de la provincia de Teruel que publicó en 1927 tiene su origen en estos contactos. Pedrell, además, se alzó en ese periodo como el catalizador de los cancioneros y un musicólogo conocido por la publicación de las obras de Tomás Luis de Victoria.
La conexión de Miguel Arnaudas con Antonio Lozano quedó plasmada en la similitud existente entre sus publicaciones, puesto que el abulense publicó un método de solfeo, su Prontuario de Armonía y su Memoria histórico-crítica de la Música Popular, Religiosa y Dramática en Zaragoza (desde el siglo XVI hasta 1895), convirtiéndose en el primer historiador de la música en Aragón. El Maestro Lozano, también, ideó numerosas composiciones de gran formato que requirieron plantillas muy extensas, con gran variedad instrumental. Para ello, no era infrecuente la unión de los músicos de La Seo y de El Pilar zaragozanos. Estuvo en la primera línea compositiva, fue tratadista, pedagogo, maestro de capilla..., es decir, un espejo de Miguel Arnaudas y uno de esos músicos de oficio, talento y tremendamente trabajadores.
Otro pilar fundamental de esta época -del mismo modo que en tiempos pretéritos- es la profesionalización de los músicos eclesiásticos, es decir, eran músicos profesionales -y no amateurs- los que tañían en el rito, participando el pueblo en la música procesional, en las letanías, por ejemplo.
El ponente citó a varios de los condiscípulos de Arnaudas, como Francisco Agüeras -que destacó por una producción musical devocional-, Ramón Borobia -quien recopiló las obras devocionales del Archivo del Pilar y compartiría con el alagonés la publicación de su Teoría del Solfeo-, Alejo Cuartero -reconocido tañedor de tecla-, Blasco Compans -bajo en la Real Capilla de Madrid-.
Domingo Olleta, reputado compositor de música religiosa del siglo XIX y maestro de capilla de La Seo zaragozana que dejó vacante el cargo al que Miguel Arnaudas accedió por oposición en 1896, fue otra figura esencial para la total comprensión de su contexto musical.
Continuó D. Antonio citando la obra teórica de Arnaudas, volviendo a hacer hincapié en la influencia que sobre la conformación del cancionero de la provincia de Teruel ejercieron Pedrell, Lozano y Olmeda. En cuanto a los discípulos del Maestro Arnaudas, cabe destacar a Ángel Mingote -quien desarrolló con posterioridad el cancionero de la provincia de Zaragoza-, Salvador Azara -gran compositor que escribía a la alemana obras de gran formato- y Pablo Luna -prolífico compositor de zarzuela español-.
Estilísticamente, es necesario nombrar el voluminoso peso de las músicas francesa y rusa sobre la española, cuasi como una de las características definitorias del periodo. También fue decisiva la Schola Cantorum de París, Institución que promovió un engrandecimiento de la música religiosa desde finales del siglo XIX.
Tras una explicación global del contenido del Archivo de Música de las Catedrales de Zaragoza, Ezquerro continuó detallando las obras de Arnaudas no religiosas, refiriéndose a sus dos pasodobles pianísticos (El flamenco y Granada), su Capricho para flauta y piano y Bella Aurora -obra pianística-, habiendo sido publicadas estas dos últimas obras en Aragón Artístico por el autor. Por otro lado, de su coordinación de la revista Repertorio Sacro Musical, edición de nivel nacional, con grandes tiradas de imprenta, allanó la publicación de varios de sus motetes y cánticos en los primeros años del siglo XX.
Respecto a su abundante producción, finalmente, citó -en la mayoría de casos junto a su respectiva imagen- los siguientes tipos de composiciones: lamentaciones, misas, antífonas, salves, Dixit Dominus, motetes, Benedictus, graduales, himnos, vísperas, Regina Coeli, gozos, oficio de difuntos, salmos, obras latinas, Genitori, romanzas, calendas, O sacrum convivium...
Un fondo majestuoso del que hoy tenemos conocimiento gracias al trabajo de D. Antonio Ezquerro, al que agradecemos infinitamente el haber compartido con todos nosotros su inabarcable saber y una más que probable línea de investigación futura que no puede tener mejor base que la aportada por él.
Gracias Carlos
ResponderEliminarHa sido muy interesante y he aprendido bastante sobre Miguel Arnaudas.
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